El karate (空手道 karatedō?, ‘el camino de la mano vacía’)1 de kara ("vacío") y te ("mano") "mano vacía", o kárate es un arte marcial tradicional de las islas Ryūkyū pertenecientes hoy día al Japón, actualmente conocidas como la prefectura de Okinawa, basado en algunos estilos de las artes marciales chinas, o Wu Shu, y en menor medida en otras disciplinas provenientes del sureste asiático.
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El karate-Do de hoy en día se caracteriza fundamentalmente por el empleo de golpes de puño, bloqueos, patadas y golpes de mano abierta, donde las diferentes técnicas reciben varios nombres, según la zona del cuerpo a defender o atacar. Sin embargo el karate, no restringe su repertorio solo a estos, ya que además incluye: varios barridos, algunos lanzamientos y derribos, unas pocas luxaciones articulares; además de golpes a puntos vulnerables, y a puntos nerviosos, en su currículo.
En los golpes del karate-Do se unifican la fuerza, la rapidez, la respiración, el equilibrio, la tensión y la relajación al aplicar un correcto giro de cadera y una conexión o sinergia muy precisa de músculos y articulaciones, trasladando una gran parte del peso corporal y del centro de gravedad al impacto. Generalmente, y a diferencia de otras disciplinas, se busca derrotar al adversario mediante un impacto contundente (o unos pocos), preciso y definitivo, buscando ser lo más eficaz posible. A ese concepto se le llama "Ikken hikatsu" o "un golpe, una muerte", de forma semejante a la estocada o al corte de una katana o sable japonés. A este arte marcial se le puede referir como karate o kárate, y a la persona que lo practica se la llama karateka, karateca, karatedoka, o karatedoca, siendo estos dos últimos los que hacen énfasis en que el practicante también se está desarrollando dentro de una filosofía de vida.
En los golpes del karate-Do se unifican la fuerza, la rapidez, la respiración, el equilibrio, la tensión y la relajación al aplicar un correcto giro de cadera y una conexión o sinergia muy precisa de músculos y articulaciones, trasladando una gran parte del peso corporal y del centro de gravedad al impacto. Generalmente, y a diferencia de otras disciplinas, se busca derrotar al adversario mediante un impacto contundente (o unos pocos), preciso y definitivo, buscando ser lo más eficaz posible. A ese concepto se le llama "Ikken hikatsu" o "un golpe, una muerte", de forma semejante a la estocada o al corte de una katana o sable japonés. A este arte marcial se le puede referir como karate o kárate, y a la persona que lo practica se la llama karateka, karateca, karatedoka, o karatedoca, siendo estos dos últimos los que hacen énfasis en que el practicante también se está desarrollando dentro de una filosofía de vida.
Como en otras artes marciales modernas, o (Gendai Budo) en el karate se establece una diferencia entre la práctica meramente técnica y la de crecimiento interior del practicante, utilizando para ello la palabra "Dō" (camino, búsqueda espiritual) que en las tradiciones chinas y japonesas se utiliza para señalar a aquellas actividades que se practican con esa intención de crecimiento personal, en contraste con una práctica meramente técnica (jutsu).
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Funakoshi, quien era un asiduo practicante de la filosofía del Confucionismo, creía que uno debe ser "interior y exteriormente, humilde". Sólo al comportarse con humildad se puede estar abierto a muchas opiniones respecto al karate. Esto permite escuchar y ser receptivo ante la crítica. A su juicio, la cortesía era de primordial importancia. Dijo que los practicantes de karate "nunca ser fácilmente arrastrados a una lucha". Se entiende que un golpe de un verdadero experto podría significar la muerte. Está claro que los que abusan de lo que han aprendido se deshonran a sí mismos. Asimismo, el maestro Funakoshi promovió la convicción personal y el pensamiento de que en "tiempos de graves crisis pública, hay que tener el coraje para hacer frente a … un millón de rivales". Enseñando además que la indecisión es una debilidad.
Existe una historia escrita por Funakoshi, que refleja el sentido del karate. Es una parábola acerca del Dō (camino) y un hombre insignificante:
Un karateka pregunta a su Sensei (o maestro que ha recorrido el camino): ¿Cuál es la diferencia entre un hombre del Dō y un hombre insignificante?
El Sensei respondió: "Cuando el hombre insignificante recibe el cinturón negro primer Dan, corre rápidamente a su casa gritando a todos el hecho. Después de recibir su segundo Dan, escala el techo de su casa, y lo grita a todos. Al obtener el tercer Dan, recorrerá la ciudad contándoselo a cuantas personas encuentre."
El Sensei continuó: "Un hombre del "Do" que recibe su primer Dan, inclinará su cabeza en señal de gratitud; después de recibir su segundo Dan, inclinará su cabeza y sus hombros; y al llegar al tercer Dan, se inclinará hasta la cintura, y en la calle, caminará junto a la pared, para pasar desapercibido. Cuanto más grande sea la experiencia, habilidad y potencia, mayor será también su prudencia y humildad".
La práctica del Karate-Dō no se refiere tan sólo al desarrollo técnico y táctico, al acondicionamiento físico, al estudio de los katas y al combate real o deportivo. También debe ir de la mano del desarrollo vivencial de la parte humana y la parte espiritual, el crecimiento como personas y ciudadanos ejemplares que unidos por el bien común beneficien a la sociedad. Para lograr esto, el Karate-Do posee principios y objetivos comunes para el crecimiento de sus alumnos: respeto, justicia, armonía y esfuerzo son los primordiales.
En el caso del Karate-Dō, la ética deriva de las filosofías del confucianismo y del budismo zen, aplicados al Karate-Dō. Estos principios fundamentales están basados en el código de los guerreros medievales japoneses o samurai, llamado bushidō. En resumen, estos se podrían sintetizar como los siguientes:
La Cortesía: el respeto y las buenas maneras del comportamiento.
La Rectitud: ser capaz de tomar una decisión sin vacilar. Ser justo y objetivo en toda circunstancia.
El Coraje: afrontar el reto de tomar decisiones.
La Bondad: ser magnánimo, paciente y tolerante.
El Desprendimiento: actuar desinteresadamente, sin egoísmos y generosamente.
La Sinceridad: decir siempre la verdad, defender ésta, y ser fiel a la palabra dada.
El Honor: aprecio y defensa de la dignidad propia.
La Modestia: no ser soberbio ni vanidoso.
La Lealtad: no traicionar a nadie, ni a uno mismo. Ser fiel a las propias convicciones.
El Autodominio: tener control sobre los actos, emociones y palabras.
La Amistad: entregarse en un todo. Saber compartir y ayudar.
La Integridad: tratar a todos por igual, defender los principios, y ser fiel a los compromisos.
Generosidad: dar sin pedir nada a cambio.
Imparcialidad: emitir juicios de acuerdo a la verdad.
Paciencia: es tolerar lo intolerable.
Serenidad: control de los impulsos ante conflictos y dificultades.
Autoconfianza: creer en uno mismo.
Los valores éticos del Karate se recuerdan en cada Dojo, mediante el Dojo Kun o código de normas de conducta el cual es recitado en cada clase, a manera de recordatorio de la filosofía buscando aplicar los principios filosóficos del karate-Do a la vida diaria, para beneficio del individuo, y la sociedad.
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